Joven preocupada revisando sus redes sociales



En este viaje por recuperar mi cuenta de Facebook, muchas personas me sugirieron que mejor me rindiera y creara una nueva. Pero hoy quiero compartirte por qué no lo hice y por qué me aferré a esta cuenta.


Todas las fotos que verás en este artículo fueron generadas por IA.


Joven preocupada revisando sus redes sociales


Cuando uno atesora algo, se encariña con ello, y con el tiempo va acumulando vivencias y recuerdos que le otorgan un valor especial. Durante los 14 años que he tenido esta cuenta, muchos pensarán que el valor sentimental radica en mis amistades y en lo vivido con ellas. Pero no es así. Para mí, el verdadero valor está en las comunidades que hemos construido, en las páginas que hemos desarrollado y en las conexiones más profundas que logramos con cada una de esas personas que forman parte de ellas.



Juntos, hemos creado dinámicas únicas, recibido reconocimientos de Facebook y hecho labores sociales que trascienden. Todo esto es fruto de años de trabajo, amor y dedicación, y simplemente dejarlo ir no era una opción viable. No podía aceptar que todo mi esfuerzo de ocho años desapareciera como si no hubiera existido.



No digo que mis amistades sean menos importantes, pero ellas pueden ser reencontradas en una nueva cuenta. Mis comunidades, no. Empezar desde cero significaría perder años de experiencias, fotos, videos, artículos y el apoyo ganado. Esto no solo representaba una pérdida digital, sino también emocional.

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El duelo de perder algo importante



En términos psicológicos, esto fue como estar en duelo. Para algunos, perder una cuenta de Facebook puede parecer trivial, pero cuando algo tiene tanto significado, su pérdida puede afectar profundamente. Es similar a perder un trabajo en el que llevaste años, o una relación amorosa que marcó tu vida. La ausencia deja un vacío y te hace replantearte muchas cosas.


Mujer joven tomando terapia Psicologica



En mi caso, me enfrenté a momentos de duda. Me pregunté si todo el esfuerzo invertido había valido la pena. Pero me aferré a la frase: “El que persevera, alcanza”.



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La lucha por recuperarla



A lo largo de este proceso, muchas personas intentaron detenerme. Me decían que dejara de "hacer berrinche" y que simplemente creara otra cuenta. Otros se burlaban o me ignoraban. Pero yo no les hice caso. Me enfoqué en buscar soluciones, incluso cuando parecía que todas las puertas estaban cerradas.


Tras casi un mes y medio de intentarlo, logré recuperar mi cuenta. La satisfacción que sentí fue enorme. En un perfil de respaldo que había creado, documenté mi tristeza. Mis contactos llegaron a pensar que hablaba de un amor perdido, pero no era así: escribía sobre mi cuenta de Facebook, esa compañera de catorce años que había sido testigo de tantos momentos de mi vida.



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La importancia de la fe y la perseverancia.



Un papel fundamental en esta historia fue Dios. Le pedí al Espíritu Santo que, si era para mi mayor bien recuperar esta cuenta, me guiara hacia las soluciones correctas. Y así fue. Vi señales que me animaron a seguir intentándolo, aunque muchos me dijeron que no lo lograría.


Si estás en una situación similar, donde todo parece ir en tu contra, no te rindas. Pide guía al Espíritu Santo, busca nuevas puertas y no permitas que los comentarios negativos de otros te frenen. La perseverancia es la clave del éxito.



Un joven teniendo fe y pidiéndole a Dios un milagro



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Reflexión final



En este proceso, también aprendí una gran lección sobre las personas que me rodean. Algunas, que pensé que estarían ahí en mis momentos más difíciles, me dieron la espalda. En cambio, otras, inesperadamente, me apoyaron.


Valora a quienes te acompañan en las buenas y en las malas. Rodéate de personas que sumen a tu vida, que te inspiren y te ayuden a salir adelante. Y recuerda también ser esa persona para alguien más, porque nunca sabes cuándo necesitarás su ayuda.


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Cierro con esta pregunta:

¿Tienes a las personas correctas en tu vida?