El inicio de mi amor por l cocina
Anteriormente, habíamos visto el tema de la cocina desde las tradiciones familiares. Hoy te voy a hablar sobre mi gusto por cocinar. ¿Cómo nace? ¿Cómo es que me ha encantado la cocina? Pero, sobre todo, me está enamorando el comprar utensilios de cocina.
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Así como a ti te gusta comprar esas estampitas que están de moda, la ropa que acaba de salir, esos libros de edición especial o esas figuritas que ves en internet y que consideras lo mejor de lo mejor, quizás incluso te has vuelto un coleccionista, a mí me encanta comprar cosas para la cocina. Hace mucho tiempo inicié en la cocina con mi primer arroz. Lo hice para desmentir aquel mito que decía: Si no te queda bien el arroz, si se te pega o el huevo estrellado se rompe, entonces no te puedes casar. Esto, principalmente, se lo decían a las mujeres. No sé si todavía se sigue usando. Y aunque no era algo que se ejerciera como tal, sí se decía como referencia, tal vez para incomodar a quien iba a ser la esposa. Me sumé a la iniciativa de averiguar por qué realmente se pega el arroz. Puedo decirte que simplemente ocurre cuando lo descuidas. Si te vas a hacer otras cosas y el agua se consume, es evidente que el arroz se te va a pegar.
Descubriendo el mundo de los ingredientes y utensilios
Ese día le dije a mi madre que quería aprender a hacer arroz. Se sorprendió y me empezó a indicar los ingredientes que necesitábamos: agua, ajo, cebolla... Así comenzamos poco a poco. Me empezó a llamar la atención, pero, como es sabido, una cocina donde no se explora más allá de lo esencial no tiene más que las típicas ollas, cucharas y cuchillos. A medida que me fui involucrando en la cocina y explorando en internet, fuimos agregando más especias y utensilios. Fue ahí donde nació mi pasión por comprar cosas para la cocina. Con el tiempo, comenzaron a surgir nuevas ideas, y ahí es donde entra en acción mi padre. He hecho experimentos que a veces no salen tan bien como quisiera, pero mi padre siempre es el primero en probarlos. Obviamente, yo también tengo que hacerlo para dar el visto bueno y saber si le falta sal o algún otro ingrediente. A veces, cuando las cosas no quedan como esperamos, simplemente es una receta que no funciona, se mejora o se desecha. Mi primera gran cena: el reto del pavo
Un diciembre se me ocurrió proponer que yo haría la cena. Para entonces, mi hermano había traído un delicioso pavo que le habían regalado en su trabajo. Como no sabía cocinar pavo, empecé a buscar recetas por internet y a explorar más a fondo la cocina, ya que en casa solo usábamos sal, comino y algunas hierbas. Me di cuenta de que me faltaban muchas cosas. Poco a poco empecé a comprarlas: primero charolas para hornear, luego algunas especias necesarias, y así hasta que llegó la hora de cocinar el pavo. Para ser la primera vez, me quedó muy bien y les gustó. Sin embargo, cuando preparé carne en otro diciembre, no me gustó que sabía a clavo. Desde entonces, trato de omitirlo o, si lo uso, agrego muy poquito, porque aquella vez la pasé realmente mal con el clavo de olor.
El deseo de mejorar y la necesidad de nuevos utensilios.
A medida que fui probando más recetas y haciendo más experimentos, me di cuenta de que me faltaban utensilios. Fue cuando decidí comprar especieros para organizar los ingredientes, luego una báscula gramera, cucharas medidoras y, lo más reciente, un termómetro de cocina para medir temperaturas y hacer algunas infusiones. Me encanta adquirir estas cosas. Aunque todavía me faltan muchos utensilios, poco a poco estoy llenando la cocina con herramientas que me facilitan la vida y me permiten crear platillos más elaborados. En algún momento me gustaría probar la cocina molecular. He leído sobre ella y explorado un poco, pero hay ingredientes difíciles de conseguir. Prefiero profundizar en el estudio antes de preparar mi primer platillo de esta índole, que, por cierto, tengo en mente hacer un pozole. Claro, si alguien conoce una receta más sencilla que un pozole en cocina molecular, me encantaría saberlo. Si tienes algún enlace que me ayude a aprender más, sería estupendo.
Compras con propósito y sin remordimientos.
Sigo comprando utensilios que me permitan avanzar en este ámbito culinario, pero no es tan sencillo porque los adquiero conforme los necesito. Por ejemplo, lo más reciente que tengo es una duya para hacer pasteles. Sin embargo, aún no la he usado, ya que el día que iba a hacer mi primer pastel, surgieron contratiempos que no me lo permitieron. Todos tenemos ese gusto culposo. Quizás las personas te digan que no lo compres porque solo se quedará en un aparador, se empolvará, no te servirá o será una pérdida económica. Dirán que mejor uses ese dinero en algo más productivo. Pero si a ti te gusta comprar pósters, mangas, libros o accesorios que te sirvan en tu día a día, cómpralos. Al final, es tu dinero y tu esfuerzo, no el de los demás. Yo, por eso, cada que puedo adquiero utensilios que me sirvan en la cocina. Tal vez no sean los más profesionales, pero cumplen su función.
Conclusión: haz lo que te haga feliz
¿Qué sacamos de esta reflexión? Que hagas lo que más te guste sin esperar la aprobación de nadie. Siempre habrá personas inconformes con lo que haces, pero mientras tú seas feliz, está bien. Me gustaría leerte en los comentarios y saber cuál es tu gusto culposo. Quizás tienes uno y no te habías dado cuenta. Somos diversos, y eso nos hace únicos.