Las comunidades virtuales: un viaje de pasión, errores y aprendizajes
Las comunidades virtuales son una de mis pasiones más grandes. Gracias a ellas he podido conocer gente maravillosa, aunque también me he enfrentado a grandes retos. En este camino he tenido que lidiar con amistades que simplemente no compartían mis valores, mi visión, ni mucho menos mi objetivo: ayudar a quienes más lo necesitan.Y es que cuando decides anteponer las necesidades de los demás, muchas veces terminas dejando las tuyas en pausa. Aun así, quiero comenzar diciendo que mi pasión por las comunidades me ha llevado al éxito. Pero ojo: no ha sido fácil. De hecho, este proceso no es para cualquiera. Es para personas comprometidas, con vocación de servicio y que estén dispuestas a ayudar sin esperar nada a cambio.
Mis inicios: el blog del 2010
Todo comenzó alrededor del 2010, con un blog enfocado en jóvenes llamado Cuitzi. Hablábamos de temas que, aunque en ese momento parecían clichés, eran urgentes: sexualidad, embarazo adolescente, violencia en el noviazgo, violencia familiar, entre otros. El blog tuvo bastante éxito, a pesar de que yo no era un profesional en el area de salud o la psicología, lo cual en algún punto se volvió una limitante. Incluimos un chat vía Messenger para responder preguntas en tiempo real, ofreciendo ayuda gratuita. Luego decidí abrir un grupo en Facebook… pero fracasó. En ese entonces, los grupos eran muy básicos y yo no sabía cómo atraer personas. Un año después, tuve que cerrar el blog. Me vi rebasado por la cantidad de mensajes y no quería malinformar a nadie. Además, Messenger estaba desapareciendo y, sin esa herramienta, ya no podriamos mantener las conversaciones con la gente. Así que la comunidad entró en pausa, la cual no se activo más.
El regreso triunfal en 2018
Después de años de estar en “modo espera”, regresé en 2018. Pero no fue un regreso fácil ni instantáneo. Empecé de cero, sin saber cómo establecer reglas, cómo dirigirme a la gente o cómo generar interacción. Aun así, la comunidad empezó a crecer, la gente comenzó a vender sus productos y a interactuar entre sí. Pronto vi la necesidad de invitar a más personas al proyecto. Al principio no sabía cómo elegir perfiles y seleccioné a los primeros que se ofrecieron. Así comenzamos a crear una identidad de marca, que hasta hoy seguimos puliendo.
La pandemia como punto de inflexión
Cuando llegó la pandemia en 2020, sentí la necesidad de hacer algo. Pero también me invadía el pensamiento de que no podía ayudar porque no era médico ni trabajaba en salud. A pesar de eso, comenzamos regalando despensas que mucha gente nos dono así como compartiendo información oficial sobre el COVID-19. Publicamos datos sobre la venta de tanques de oxígeno y tratamos de tranquilizar a la comunidad. Como no podíamos salir, iniciamos proyectos virtuales para que el quedarse en casa fuera más llevadero. Fue tal el impacto que Facebook nos escribió: nuestra comunidad habia sido seleccionada entre miles a nivel mundial para formar parte de un proyecto piloto.
¡No lo podía creer!Comencé una capacitación intensa, aprendí muchísimo y esto fortaleció aún más a la comunidad. Aunque ese proyecto terminó por recortes de presupuesto (solo quedó la versión en inglés), yo decidí aplicar a esa versión… ¡y fui aceptado! Hoy formo parte de esa comunidad internacional, sigo aprendiendo y, sí, también estoy enfrentándome al idioma. Durante mi tiempo colaborando con Facebook para América Latina, conocí a personas increíbles: directivos, creadores de comunidades potentes, y amigos y amigas con quienes aún mantengo contacto. Nuestra comunidad tiene hoy proyectos activos que nos llenan de orgullo. ¿Lo mejor? El reconocimiento y agradecimiento de la gente.
Sin embargo, esta comunidad no genera ingresos, porque lo hacemos por amor al prójimo. Claro, estamos trabajando para crear un modelo de negocios sostenible, pero mi motivación inicial ha sido ayudar, sin esperar nada a cambio. Ya hemos alcanzado el límite de crecimiento de esta comunidad. Por eso, decidimos lanzar una nueva comunidad, con cimientos más sólidos, con más proyección y lo más importante, nacida de la experiencia y los errores del pasado. Además, me certifiqué como Community Manager de Meta. El examen fue todo un reto: con cámara, micrófono, sin distracciones, sin moverse… ¡todo súper estricto! Pero lo logré, y eso reforzó todos los conocimientos que ya había adquirido de forma empírica.
Hoy sé construir comunidades desde cero
Hoy puedo crear una comunidad desde cero, establecer reglas claras, fomentar un ambiente sano e inclusivo, elegir equipos competentes y acompañar el crecimiento con misión, visión y valores. Para mí, las comunidades son lo más maravilloso que existe, y pienso seguir fortaleciéndolas día con día, a través de proyectos, eventos y, sobre todo, con ayuda desinteresada. ¿Y por qué a veces la gente me critica? Porque hay quienes creen que ayudar solo se hace en silencio. Pero mostrarlo no es presumir: es inspirar.
No necesitas dinero para ayudar. Puedes comenzar con actos pequeños: ayudar a cruzar a una persona mayor, regalar comida, donar ropa o simplemente escuchar. Gracias a mi comunidad he podido ayudar a muchas personas, cruzar fronteras, reencontrar familias y regalar esperanza, así comó conocer gente increible. Una nueva comunidad se forma como parte de mis nuevosretos pues ofrecerá todo lo anterior y más. Su enfoque ya no será limitado a un grupo específico. Será más inclusiva, más amplia, más sólida.
Porque las comunidades no solo están en Facebook. Están en WhatsApp, en Instagram, en un blog como este, en este pequeño diario virtual donde tú, querido lector, me acompañas. Aunque no te conozca en persona, te valoro, te aprecio y te escucho. Aquí arriba hay un botón de contacto. Escríbeme. Cuéntame lo que quieras. Sugiere temas. Tus ideas pueden convertirse en artículos que no solo aclaren tus dudas, sino también las de muchos lectores más.
Gracias por estar aquí.
Gracias por creer en este proyecto.
Gracias por ser parte de esta comunidad.
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